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Un cuerpo. Dos relojes.

Nuestros cuerpos tienen dos relojes. Un reloj está gobernado por el sol y, generalmente, se conoce como ritmo circadiano. El otro reloj, la homeostasis del sueño/despertar, está regulado por un grupo de células nerviosas en el cerebro llamado núcleo supraquiasmático (NSQ).

Hora de irse a dormir

Cuando llevamos despiertos mucho tiempo, la homeostasis del sueño/despertar nos dice que se está acumulando una «necesidad de dormir» y que nos iría mejor cerrar los ojos. Este aparato regulador también nos ayuda a mantener el sueño suficiente durante toda la noche para compensar el número de horas que hemos estado despiertos.

Esta es la cuestión

Si la homoestasis del sueño/despertar fuera nuestro único reloj, nos despertaríamos de un sueño profundo totalmente descansados, recuperados y alerta, pero a medida que avanzara el día, nos cansaríamos cada vez más, como una batería que se agota. Sin embargo, como ya sabe, eso no es lo que sucede. En términos energéticos, experimentamos subidas y bajadas a lo largo del día. Esto se debe a la fuerza contrapuesta de nuestro otro reloj, que comúnmente se conoce como el ritmo circadiano.

Tan viejo como el sol

El ritmo circadiano es un ciclo de 24 horas que afecta a organismos tan variados como los humanos, las moscas de la fruta y los hongos. El ritmo circadiano baja y sube en diferentes momentos del día. Para las personas adultas, la mayor necesidad de sueño suele producirse entre las 2 y las 4 de la mañana y, por la tarde, entre la 13 y las 15, aunque esto varía dependiendo de si la persona es de las que madruga o de las que está más activa por la noche. La somnolencia que experimentamos durante estas bajadas circadianas es menos intensa si dormimos lo suficiente y más intensa si dormimos menos. El ritmo circadiano también nos hace sentir más alerta en determinados momentos del día, incluso si hemos estado despiertos durante horas y nuestra homeostasis del sueño/despertar nos indica que estamos somnolientos.

La batalla de los relojes

Estos dos sistemas normalmente se contrarrestan entre sí. Sin embargo, debido a que funcionan de forma independiente, pueden desalinearse. Las alteraciones circadianas, como el jet lag, nos ponen en conflicto con nuestros patrones de sueño naturales, ya que el cambio de hora y las señales luminosas en el cerebro obligan al cuerpo a modificar su patrón normal para ajustarlo. Pero estos síntomas también pueden ocurrir en la vida cotidiana, cuando el ritmo circadiano se ve alterado por el mantenimiento de horas largas o irregulares. Por eso es importante mantener un horario de sueño regular, para que nuestros dos relojes puedan funcionar como uno solo.

La luz y la mente

La homeostasis del sueño/despertar que regula el NSQ también se ve influida por la luz y la oscuridad. El NSQ está situado justo por encima de los nervios ópticos. Por la mañana, la luz viaja desde los nervios ópticos hasta el NSQ, lo que indica al reloj interno que es hora de despertarse. El NSQ envía señales a otras partes del cerebro que controlan las hormonas, la temperatura corporal y otras funciones que desempeñan un papel importante a la hora de hacernos sentir somnolientos o despiertos. Cuando hay menos luz, como después del atardecer, el NSQ ordena al cerebro que produzca más melatonina, una hormona que nos hace dormir. Este es el motivo por el que leer por la noche en un Kindle, iPad o tableta puede generar vigilia, mientras que leer un libro en papel suele permitir que la fatiga se asiente más rápidamente.

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